martes, 20 de febrero de 2018

La gran receta: Lluvia + Transporte Urbano

Ya por separado cada una tiene tela, aunque la lluvia en sí no tiene la culpa; los culpables son unos objetos infernales que utilizamos para protegernos de ella y que la mayoría de las veces son usados como arma que te alcanza donde mas duele, véase cara en general, aunque se ensañan particularmente en ojos y pelo, (y los que penséis que en el pelo no pasa nada, probad enganchar un mechón en uno de sus pinchos del infierno y tirad con fiereza como si de una maruja que va a su bola se tratase).

 Y ya no hablemos de la educación que tienen la mayoría de los usuarios de transporte publico (y digo tienen, porque yo personalmente me considero educada y por muy mal que quede hablar despectivamente de los demás, me niego en rotundo a incluirme en ese grupo). La gente se cuela a lo perro, como si no hubiese mañana, que en fondo da lo mismo, porque nunca va a haber sitio para sentarse.

Pero hoy se ha juntado todo ello y he sufrido el ataque gratuito de la típica señora que ha tenido la genial idea de abrir el paraguas en mi cara por que los dos pasos que separan la parada, del propio autobús son demasiados para llegar a mojarse... Y por supuesto no se ha dignado ni a mirarme.

Estupefacta e indignada he subido al bus, he conseguido quitarle el sitio a un señor chino (que por supuesto también se había colado y ha visto como tres personas le quitaban el sitio - i love you karma- ) y gracias a esta pequeña maldad he conseguido sentirme mejor con el mundo. Si, ser mala es lo que le da ese juguillo a la vida.

Dado que siempre he vivido en un barrio algo alejado de la ciudad he tenido muchas vivencias en el autobús, desde amenazas físicas de un yayo y su bastón (que entrañables son los yayos), a un pobre que se sentó en mi asiento (no en el asiento de al lado, en el mío) a decirme que no debía leer tebeos porque "nosequién" se había suicidado porque pensaba que era el Capitán América, o una borracha ofreciéndome magdalenas, hasta el propio conductor del bus explicándome a las 6 de la mañana cual era la mejor combinación de autobuses para llegar a mi destino (sin yo preguntarle) aunque supongo que si viajáis de forma habitual en estos transportes sabéis a que me refiero.

¿Mi moraleja? Que odio los paraguas, y a la gente que los usa olvidándose de que hay otra gente a su alrededor. Y que no sé para qué narices tengo coche.

Recursos para inventar historietas

Como ya sabéis me encanta escribir, llevo haciéndolo toda la vida, pero durante los últimos años me lo estoy tomando mas en serio, y lo que ...